ALPINISMO: EL ARTE DE ESCALAR MONTAÑAS

Hablar de la historia del alpinismo y la escalada supone una ardua tarea de recopilación de datos, de síntesis y de largas horas leyendo, escribiendo y buscando fotos. El tema daría para un libro (de los gorditos seguro...) o para varios artículos. Como aglutinarlo todo en un solo artículo me parece mucho rollo (ni yo aguantaría leerlo del tirón) he pensado hacer una serie de artículos, cada uno dedicado a una disciplina de la escalada: Alpinismo, Escalada en Roca y Escalada en Hielo.
Podríamos hacer otras clasificaciones de la escalada, pero he elegido ésta porque me parece que las tres modalidades tienen una personalidad propia y han seguido caminos evolutivos distintos (aunque parecidos al fin y al cabo).

Mi terreno favorito. Escalando la norte del Margalida (Pirineos)
Intentaré asimismo huir de las manidas clasificaciones que el ser humano tiene por costumbre elaborar, aunque las tomaré como referencia porque hoy en día están más o menos aceptadas y no hablar de ellas llevaría aún más a un lío de actividades y disciplinas difícil de asimilar...

El primero de estos artículos va de Alpinismo, la niña de mis entretelas, el sitio de mi recreo, mi juguete diabólico favorito. La actividad que más me llena por dentro (de satisfacción) y por fuera (de moratones, brechas y alguna lesión varia) y la más completa de las que se pueden realizar en nuestras amadas montañas.
Trataré de dar una visión general. Si queréis más detalles, comentáis el artículo y os indico dónde buscar ;-)
¡¡Allá vamos!!

Alpinismo: Actividad que se basa en subir montañas por sus paredes más empinadas y para la cual se deben manejar con soltura todas las técnicas de la escalada: Roca, hielo, terreno mixto, artificial... Si se sabe hacer con cabeza, buen físico, buena técnica y algo de suerte nos proporcionará algunas de las mejores sensaciones que nos puede reportar un ¿deporte?.

Definición según la Academia Montañil de las Artes Escalatorias

El 24 de Julio de 1760 (ha llovido ya...) un joven de veinte años llamado Horace-Bénédict de Saussure asciende al Brévent, en Chamonix. Desde su cima contempla en Mont Blanc en todo su esplendor y queda irremediablemente prendado de él. A penas regresado al pueblo, hace publicar un anuncio en todas las parroquias del valle indicando que dará “una recompensa muy considerable a quienes encuentren un camino practicable para llegar a la cima del Mont Blanc”. Acaba de nacer el Alpinismo como movimiento.
Estatua de Balmat y Paccard en la plaza de Chamonix
Desde 1761 hasta 1785 se realizan varios intentos, pero todos encaminados a realizar la ascensión en el día, ya que en aquellos tiempos se considera que pasar la noche en los glaciares significa no volver al mundo de los vivos... Un 8 de Junio de 1786 una expedición llega hasta el Dôme du Gôuter, pero regresan al no verlo claro. Un joven buscador de cristales (arraigada y común profesión en el valle) llamado Jacques Balmat decide separarse del grupo para ir a por unos ejemplares. Al sorprenderle la tormenta se ve obligado a pasar la noche sobre su saco de dormir y sus raquetas. Al día siguiente regresa a Chamonix. El mito se ha roto.
Dos meses después, el 8 de Agosto, el buscador de cristales junto con el médico del pueblo Michel Gabriel Paccard consiguen la primera ascensión al Mont Blanc. La carrera del alpinismo ha tomado la salida.

Ruta de la primera ascensión al Mont Blanc. Hoy casi impracticable
Durante el siguiente siglo se van ascendiendo todas las cumbres de los Alpes, algunas muy laureadas como la ascensión del Cervino (o Matterhorn) por Whymper y sus guías, que también supuso la primera gran tragedia del alpinismo al morir durante el descenso cuatro de los siete componentes de la cordada debido a una caída y posterior rotura de la cuerda.
En 1895 Alfred Mummery, gran escalador, desaparece intentando la primera ascensión a una montaña de ochomil metros: El Nanga Parbat.
Entre 1865 y 1920 se puede hablar de la Edad Dorada del Alpinismo, durante la cual los alpinistas no se conforman con la cumbre, sino que quieren ascender por rutas más difíciles o paredes más escarpadas.
La única foto que existe de Mummery esclando
El nacimiento del alpinismo y su primer siglo de desarrollo van unidos a la búsqueda de conocimiento científico, al racionalismo y al amor por lo desconocido y el valor de los Románticos. Pero durante éstos años la actividad se populariza y cada vez la practica más gente (principalmente clases altas e ilustrados) con un mero fin deportivo y de disfrute personal. Es ésta época la actividad se exporta al continente americano, donde se consiguen grandes rutas en las Rocosas y los Tetons, y el alpinismo toma allí su propio camino de desarrollo, llegando a suponer en la década de 1970 el escenario de un alpinismo puntero, sobre todo en cascadas de hielo.
En el resto del mundo el alpinismo también se desarrolla y las montañas de todos los continentes son ascendidas poco a poco.

A partir de 1920 gracias a los avances en la técnica y el material, y a la cada vez más extendida práctica de la actividad, se van alcanzando cimas antes imposibles y aparecen en escena nombres como Cassin, Boccalatte, Gervasutti, Comici, todos ellos artífices de grandes vías.
Durante la II Guerra Mundial se produce un forzoso parón, pero la actividad renace en la década de 1950 con nombres como Terray, Bonatti (Is God), Rébuffat, dando lugar a los grandes años del alpinismo francés e italiano.
Grandes Jorasses (Alpes). Dieron mucho juego en los 50 y 60.
En 1950 se asciende el primer ochomil: El Annapurna. Maurice Herzog y Louis Lachenal (quien junto con Terray formaron la cordada apodada “La Locomotora de los Alpes”) pisan la cima el 3 de Junio. Y en 1953 Tenzing y Hillary pisan la cima del Chomolungma (mal llamado Everest por los imperialistas británicos). Pero el ochomilismo es otra historia (patente ha quedado este verano...)

A partir de aquí el alpinismo toma varios derroteros. Por un lado están las actividades pesadas de asedio a una montaña con campos de altura, cuerdas fijas y demás, que no a portan nada al alpinismo actual a nivel deportivo (a nivel personal cada uno que suba como quiera mientras no mienta en lo que ha hecho). Esto se da habitualmente en las montañas de ochomil metros. Pero éstas también se suben en estilo alpino: Ésto es, meterse a la chepa todo lo necesario para subir a una montaña sin bajarte hasta que lo consigas o renuncies. Ésta es la esencia del alpinismo, enfrentarse a la montaña con el menor material posible y en el menor tiempo posible (velocidad=seguridad), usando tu mente y tu fortaleza física para resolver los problemas de la vía. Así lo hacían los pioneros y así debe seguir siendo.
Grandes exponentes de este estilo los ha habido siempre: Messner, Bonatti, Mugs Stump... Pero no fue hasta la década de 1990 cuando éste estilo se levó hasta límites insospechados de la mano de Mark Twight (el Maestro), Steve House (el Profeta que superó al Maestro), Marko Prezelj, Barry Blanchard...
Y para mí, una de las mayores gestas:
Vía de House y Anderson al Nanga Parbat. Casi na...
Steve House y Vince Anderson subieron en 2005 los 4100m de la vertiente Rupal del Nanga Parbat (8125m) en menos de una semana entre subir y bajar. Sólos, sin cuerdas fijas, con todo a la espalda...
Y para citar alguna actividad de compatriotas, otro pedazo de actividad:
En 1984 Nil Bohigas y Enric Lucas llegaron al campo base de la cara sur del Annapurna con sus chicas. Se merendaron los casi 4000m de tapia en ocho días entre subida y bajada abriendo una vía técnica y difícil. ¿Alpine style? ¡Of course!
El tapión de la Sur del Annapurna.
¿Es ésto lo mismo que estar dos meses asediando una montaña esperando que los sherpas pongan las cuerdas fijas y haga buen tiempo? Para mi no. Como experiencia personal, seguro que de las dos maneras estás contento de haberlo conseguido. Pero cuando nos contemplan casi 300 años de alpinismo, actividades como la de House y Anderson son las que aportan valor a la actividad, no las otras. Desgraciadamente son esas “otras” las que salen en la tele y sus “alpinistas” los que están en boca de todos como si fueran héroes.Tenemos que estar a la altura de las montañas, no rebajarlas a nuestro nivel...
Comoquiera que os acerquéis a la montaña seguid siempre esta buena reflexión (de la cual no recuerdo el autor...) por orden de preferencia:
Primero, volved. Segundo, volved siendo más amigos. Y tercero, volved con la cumbre.

“La montaña puede enseñarnos a ser mejores, siempre que uno quiera mejorar"
Walter Bonatti


JAIME MORENO MONTES


Bibliografía:

  • “El macizo del Mont Blanc”. Gaston Rébuffat
  • “Besa o mata”. Mark Twight

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